Anghelo Dueñas

Se asoma un futuro ingeniero

Anghelo Dueñas tiene 13 años y quiere ser ingeniero civil. Lo tiene clarísimo pese a que aún cursa el segundo año de secundaria en el colegio. Vive en el asentamiento humano María Parado de Bellido, ubicado en el distrito de Lurigancho, Chosica.

Anghelo se permite soñar en grande sin importar su situación de pobreza ni de vulnerabilidad. Vive sobre las faldas del río Rímac en una zona que cada vez que se enfrenta a lluvias fuertes corre el riesgo de verse seriamente afectado por huaycos o inundaciones. Y pese a eso, o quizás por eso mismo, sabe lo que quiere ser de grande. “Ingeniero Civil”, repite con énfasis, para que no se nos olvide nunca.

María Parado de Bellido es una de las zonas de intervención del Programa Resiliencia ante Inundaciones, ejecutado por Practical Action con el financiamiento de la Fundación Zurich, con el objetivo de aumentar la resiliencia comunitaria frente a las inundaciones en las cuencas del Rímac y Piura. Anghelo vive hace ocho años en la zona, y ya conoce de huaycos, de inundaciones y de perderlo todo. El huayco que ocurrió el 2015 en la quebrada Carosio, en Chosica, fue el primer acontecimiento que le marcó la vida. 

Anghelo nos cuenta que estaba en la casa de un amigo cuando empezó a escuchar que la gente decía que se venía un huayco. “Vimos cómo poco a poco el agua iba subiendo y a mí me dio curiosidad. Nunca había visto un huayco”, nos dice Anghelo con la inocencia de un niño que se suma a un juego que terminará en pesadilla. “De pronto vi que una máquina Caterpillar se desprendía del cerro, me asusté. Vi cómo caía. Eso hizo que el agua se abra hacia las calles. Ahí vi a lo lejos cómo mi casa se iba inundando. Tuve que salir con ayuda de los serenazgos de la casa de mi amigo. Al día siguiente tuve que ir a la casa de mi abuelita, y me puse a llorar. Fue una experiencia horrible”.

De pronto, aliados se suman

Meses después del huayco en Carosio, Anghelo tuvo la oportunidad de conocer el trabajo de Practical Action “Fue a través de mi abuelito”, nos cuenta, y se refiere a don Nicanor Dueñas, uno de los beneficiarios más entusiastas del Programa Resiliencia ante Inundaciones en Chosica. “Vimos un afiche por el barrio que decía ‘¿Quieres ser brigadista por un día?’, y nos llamó la atención. Fuimos hacia un local en el que se estaban reuniendo y me gustó mucho la presentación del ingeniero Miguel Aréstegui”. 

Si el huayco del 2015 fue un acontecimiento que lo marcó de mala manera, conocer a Miguel fue una recompensación. Esa primera aproximación al discurso de Practical Action sería clave en la vida de Anghelo. “A partir de ese momento empecé a acudir a todas las reuniones con mi abuelito y empezamos a recibir capacitaciones durante dos años”.

Desde las primeras charlas con Miguel, y, sobre todo, al verlo trabajar en favor de la gente de su comunidad, Anghelo decidió que sería su modelo a seguir en el futuro. “ Ellos son mi modelo a seguir, yo quiero ser como ellos e incluso mejor ”.

Manos a la obra

Al ser un beneficiario que llamaba la atención por su juventud y su entusiasmo, el equipo de Practical Action vieron en Anghelo potencial para ser un brigadista, y con todo lo que fue aprendiendo llegó a tener responsabilidad sobre el manejo y gestión de uno de los equipos instalados por el proyecto como parte del Sistema de Alerta Temprana (SAT), una sistema que permite a la población estar preparada y contribuye a minimizar significativamente el impacto de las inundaciones y, por consiguiente, el riesgo de desastre. Este sistema tiene cuatro componentes: conocimiento de los riesgos; monitoreo técnico y servicios de alerta; difusión y comunicación; y capacidad de respuesta.

Con el objetivo de involucrar en todo el proceso del SAT a la comunidad, para el componente de monitoreo técnico y servicio de alerta se decidió instalar estaciones en las viviendas de ciertos beneficiarios colaboradores. ¡Y qué otro podía ser! Una estación fue instalada en la azotea de la casa que Anghelo comparte con su abuelo y los demás miembros de su familia. Para llegar ahí hay que trepar por una escalera de madera, y una vez arriba, mantenerse firme para no perder el equilibrio. 

Esta estación, que en palabras de Anghelo cuenta con “un panel solar, una batería, un controlador, un pluviómetro y una cámara”, tiene la misión de alertar a la población de un posible huayco. “Tiene un sistema virtual, con un módem que sirve para poder enviar la información a través de Internet”, nos dice Anghelo, quien la ha adoptado como propia. “Yo estuve desde el inicio de la instalación y me interesó mucho, me gustó conocer cómo hacían funcionar todo, y por eso me preguntaron si yo podía encargarme, y dije que sí”.

Anghelo es uno de los encargados de recibir las primeras señales de alerta del sistema. Para eso debe conocerlo a la perfección y aprender a interpretarlo. “Todos los días lo reviso”, nos dice, “pero lo hago más seguido cuando hay lluvia”. Anghelo también puede confirmar el diagnóstico de la situación al COE (Centro de Operaciones de Emergencia Perú) a través de Internet (con el uso del celular) o de la radio. Ellos, en caso reciban el mensaje de un inminente huayco, difunden una alarma a la población y a los organismos relevantes.

Para que un SAT funcione es vital el compromiso de la comunidad. Ellos no solo deben conocer el funcionamiento a la perfección, sino que deben tomarlo con la mayor seriedad del caso. Anghelo ya ha tenido que confirmar en alguna ocasión al COE que el nivel de las lluvias estaba siendo muy fuerte, y se desesperó al notar que mucha gente no salía de sus casas. Al rebasar los umbrales, la brigada entró en acción para iniciar la evacuación.

A partir de esa oportunidad, la gente de María Parado de Bellido confía más en Anghelo y la brigada, “quizás no me tomaron muy en serio por ser niño”, nos dice, pero agrega que la parte más difícil de su labor es subir a la azotea en cualquier momento que sea necesario. Incluso al inicio de una lluvia: “Lo tuve que hacer una noche que se había malogrado una parte del sistema, y me daban las indicaciones para repararlo mediante el WhatsApp. Al cabo de media hora lo pude reparar”, señala Anghelo, quien nos cuenta que dentro de sus labores en el proyecto también tuvo que dar mantenimiento al sistema solar: “la primera vez con ayuda del ingeniero Miguel, y ya después lo hice solo”, nos dice con orgullo el futuro ingeniero.