Hacer frente a las crisis (y al status quo)

Por Alicia Quezada, Directora Regional de Practical Action en América Latina el 11.11.2021

Un artículo de Alicia Quezada, directora regional de Practical Action para América Latina, sobre la distribución del trabajo en el Perú en este contexto de pandemia, crisis económica y desastres.

Se ha demostrado la relación entre el calentamiento global y las olas de calor extremo, inundaciones, sequías e incendios forestales[1]. Estos eventos extremos generan disrupciones en nuestra vida: afectan nuestro día a día, nuestros planes y sueños. Afectan también nuestra salud, alimentación, educación e ingresos. Pero no todos nos vemos afectados de la misma manera.

Así como el COVID-19 se ha llevado más vidas de aquellos con bajos ingresos, estas personas también se ven más afectadas por los eventos climáticos extremos, pues la mayoría vive en zonas vulnerables ante ellos. Esta es una realidad a nivel mundial.

En el caso del Perú, esta disparidad se evidencia en poblaciones que viven en zonas inundables y en riesgo constante de deslizamientos, o en zonas altoandinas vulnerables a sequías y heladas. Las regiones de Huancavelica, Ayacucho, Cajamarca y Puno encabezan simultáneamente la lista de mayores emergencias causadas por peligros climáticos por región[2] y la lista de mayor incidencia de pobreza del país[3]. Además, la cantidad de población especialmente vulnerable a sufrir los efectos de los desastres climáticos se ha incrementado, pues muchos peruanos han caído en pobreza debido a la pandemia.

 

Vivienda de Los Polvorines afectada por inundación en Chulucanas, Piura.

 

El panorama peruano y el de muchos países de la región es, en ese sentido, bastante duro. Pero, ¿influyen las dinámicas de género en cómo impacta esta realidad a las y los individuos? ¿Cuál es la relación entre el cambio climático y las inequidades de género?

Antes de la pandemia y de los eventos climáticos extremos que venimos viviendo en los últimos años, las mujeres peruanas ya enfrentaban una situación de desigualdad. En la dinámica del hogar, la mayoría de mujeres tiene la responsabilidad de alimentar, cuidar y educar a sus hijos e hijas.

En promedio, las mujeres de Lima Metropolitana dedican el doble del tiempo que los varones del hogar a estas tareas[4]. Esto, además, sucede al margen de que ellas compartan la responsabilidad de la generación de ingresos económicos, lo que quiere decir que llevan una doble jornada: además de trabajar fuera del hogar, también se encargan de las labores dentro del mismo. En espacios rurales, la expectativa de dedicación de las mujeres al hogar es aún mayor.

En Practical Action, trabajamos de la mano de comunidades vulnerables y podemos ver cómo el cambio climático afecta de forma distinta a mujeres y hombres. Los impactos pueden ser observados desde lo más cotidiano: por ejemplo, en tanto es considerado parte las labores domésticas, las mujeres suelen estar encargadas de traer el agua desde el punto de acceso más cercano. Sin embargo, a causa de las sequías, este punto de acceso puede variar y generar una carga adicional para las mujeres. En lo que refiere a cambios más profundos en la dinámica familiar, en algunos ámbitos rurales, los hombres se ausentan de sus hogares para buscar ingresos adicionales en otras zonas, y entonces las mujeres quedan solas a cargo del trabajo en el hogar, de la chacra, del cuidado de animales menores y de conseguir alimento de subsistencia.

Hoy, con los efectos de la pandemia y de la crisis climática en nuestro país, la presión sobre las mujeres es aún mayor de lo que ya era antes. Siguen siendo las responsables de la alimentación, el cuidado y la educación, pero ahora las condiciones para procurarlos son más duras.

¿Podemos hacer algo ante esta situación? Definitivamente: podemos poner el hombro en todos los sentidos de la expresión.

Necesitamos poner el hombro para vacunarnos, pero también para asumir las responsabilidades en casa de modo equitativo. En este contexto de múltiples crisis en nuestro país -sanitaria, climática, económica y política-, ya es hora de que mujeres y hombres trabajen en equipo en las tareas del hogar. Suena como una salida sencilla pero las soluciones simples son precisamente las que pueden ser las más poderosas y transformadoras.

Hago un llamado a las y los líderes de las empresas, las organizaciones de la sociedad civil y el Estado: llevemos este mensaje a nuestros colaboradores, a las comunidades con las que trabajamos y a todos los ciudadanos. Invirtamos esfuerzos en ello. No es una transformación fácil de hacer, porque implica reducir el peso que llevan las mujeres y compartirlo, pero es un cambio necesario y son los hombres quienes deben liderarlo.

Las familias que, de manera compartida, asumen las responsabilidades de alimentación, cuidado y educación, cuentan con mucho mejores posibilidades de adaptarse y hacer frente a las crisis que factores externos pueden traer al hogar. La voluntad de los hombres, en este contexto de múltiples crisis, es clave hacia familias más resilientes y felices.

Fidelia Guevara, promotora de conservación, del caserío Buenos Aires, Cajamarca.

 


Fuentes:

[1] https://www.preventionweb.net/news/climate-change-blame-recent-weather-disasters-2-things-you-need-understand

[2] https://unfccc.int/resource/docs/natc/pernc3.pdf

[3] https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/pobreza2020/Pobreza2020.pdf

[4]https://repositorio.pucp.edu.pe/index/bitstream/handle/123456789/175322/Gestion%20y%20Distibucion%20del%20Tiempo%20Final.pdf?sequence=4&isAllowed=y